lunes, 5 de octubre de 2020

El mar y los 5 sentidos

Hay unas sensaciones especiales que a mi me maravillan, tienen que ver con el olfato y la química y los sentidos, es sentir ciertos aromas, dos en particular, que renuevan en mí la energía. 

El primero es el petricor, ese olor a tierra mojada que se produce después de una lluvia, que produce un perfume maravilloso y hace que el olfato sea encantado, cierro mis ojos y puedo intentar sentir al menos aquella sensación especial que sucede justo cuando regresas de la playa a la ciudad y sientes el olor de aquella primera lluvia del verano. 

Sensación solo superable por el aroma que sientes al llegar a la playa, ese especial que producen los organismos vivos de las profundidades marinas, una alga unicelular Emiliana Husleyi, que investigando descubrí que produce sulfato de dimetilo, que es el responsable del olor a mar.

La playa, es mi lugar favorito. Cuando me he sentido mal, en las terapias de relajación, visualizo el mar, siempre me veo frente a la orilla, esperando que el mar toque mis pies y me contagie su energía. El sonido de las olas me llena de paz. El mar despierta todos mis sentidos. 

Puedo pasar horas viendo las olas ir y venir, ver que nunca se forma una igual a otra y esperar el atardecer para ver como el sol se duerme en el mar; mirar hacia el horizonte e imaginar qué puede haber más allá.

Cierro mis ojos y percibo ese aroma marino, que renueva mi alma, que me llena de esperanza; que me cura de todo, que me llena de oxígeno y me cambia los aires.

Confieso, que muchas veces he tragado agua del mar, pues me gusta meterme entre las olas sin importarme que me arrastre hasta la orilla y he sentido ese gusto salado; tal vez es el único que no es mi favorito.

Me siento frente al mar y escucho los golpes de las olas contra la arena, el graznido de las gaviotas y mi cuerpo se estremece todo. No hay sonido que logre relajarme más. Siento como mis oídos se relajan realmente, que me liberan de todo el stress y me llenan de paz.

Y finalmente, mi sentido favorito, el tacto. El solo roce del mar con mis pies, me llena de energía. Espero a que regrese la ola, siento la arena en mis pies, el frío del agua. Siento, luego existo.

 Puede venirse el mundo abajo pero si logro llegar hasta el mar y tocarlo, mis energías se renuevan y el mar me entrega todo su poder para afrontar todo, todo lo que haya de venir. No importa nada más si puedo sentirlo en mis pies, en mis manos, en toda mi piel.

Creo que nací en el lugar equivocado, nací en la sierra, pero amo la costa. Amo la playa, el mar y todo lo que representa. Lo amo, porque logra hacerme sentir en paz y llenarme de esperanza, que es algo que en casos como el mío necesito más que nada.



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